Técnicamente, servía de guía para sintonizar tonos, brillos y la propia señal. Precedía el comienzo de cada una de las emisiones. Con el paso del tiempo aquella pantalla se popularizó, aunque muy pocos sabían realmente su utilidad. Normalmente, aparecía en cada emisión diaria una hora antes de comenzar las transmisiones. Iba acompañada de una música, generalmente clásica, con la que se podía adecuar el volumen de los receptores.
Las primeras cartas de ajuste fueron cartas físicas a las que apuntaba una cámara de televisión.